jueves, 4 de noviembre de 2010

Néstor Kirchner desde los intelectuales

Asi en el Cielo como en la Tierra.

Por Víctor Ego Ducrot
Periodista, escritor y profesor universitario.

Viva Kirchner, con la legendaria V que ahora encierra una K. Néstor con Perón, el pueblo con Cristina. Néstor no se murió, está cantando la marcha con Evita y con Perón. Y más, muchas más, fueron y serán las leyendas sobre muros y paredes, los cánticos de la movilización popular; pero esos tres a los que hago referencia son, creo, los que interpelan a la Argentina política y muy especialmente a la presidenta Cristina Fernández.
Cuando digo a la Argentina política me refiero a la militancia del campo popular, a sus dirigentes e incluso a quienes trabajamos como supuestos intérpretes de la realidad, desde los medios de comunicación, desde las aulas: las voces del pueblo, anónimas porque en general la denominadas consignas no llevan firma ni registran instante conocido de creación, hacen que todos lleguemos tardes, que toda lectura sea a posteriori, que todo análisis se convierta en ejercicio bizantino, a menos que se oigan y se aprehendan con la densidad y el volumen que merecen, aquellas palabras escritas y cantadas a voz en cuello; un verdadero tratado de teoría política aplicada.
El peronismo es una cosmogonía que involucra tanto el Cielo como la Tierra, tanto las contundencias tangibles como las emociones que de ellas emanan, para expresarlas, sí, pero también para ordenarlas. Porque las cosmogonías y sus mitos marcan límites, trazan fronteras y reconocen territorios para la acción.
Néstor Kirchner y la presidenta condujeron el proceso de transformaciones inclusivas y democráticas inaugurado en 2003. Él partió, nos sumergió en la tristeza: la muerte le jugó una mala pasada y ascendió al Cielo, para cantar la marcha con Evita y con Perón; se convirtió en parte de la Memoria, de esa Memoria sin la cual es imposible el presente. Cristina continúa la lucha; la historia la puso en una encrucijada: ser ella la conducción, ya sin su compañero, de la experiencia transformadora que durante los tres últimos días movilizó a cientos de miles de personas, para darle el adiós a él, a la vez que su incondicional apoyo y demanda a ella.
Una vez más, las voces del país patricio y excluyente lanzaron sus dardos contra el pueblo movilizado, contra sus dirigentes políticos. El diario de quien tendrá que dar cuenta por sus crímenes de lesa humanidad –porque el duelo debe traducirse en más justicia para las victimas del terrorismo de Estado, más castigo para los asesinos de Mariano Ferreyra, sobre todo para aquellos que pretenden esconderse en las sombras de la política del pasado–, el diario Clarín, decía, se propuso el jueves mismo utilizar su primera plana para delinear la estrategia a seguir por la llamada oposición: escribió a toda letra, Kirchner marcó una época.
¿Marcó? ¿Así, con acento en la o, es decir en pasado? ¿De un pasado que llegó a su fin? ¿Acaso Magnetto mandó a decir que todo terminó? Sí, efectivamente, esa será la línea de acción de los enemigos de la democracia: que todo terminó.
Sin embargo, en la Plaza de Mayo, en otras ciudades del país y por televisión, incontable cantidad de argentinos y argentinas afirmaron lo contrario. Nos dijeron a todos y a todas –y repito una vez más– que Néstor está cantando la Marcha con Evita y con Perón, que Cristina se quedó en la Tierra, para continuar y profundizar lo alcanzado por ellos hasta hoy.
En estos momentos las especulaciones son y serán muchas. El dolor y la incertidumbre juegan de malos consejeros, pero no se puede contra la costumbre: en buena hora, el siempre tironeado gobernador Daniel Scioli –la derecha sueña con él– dijo:“yo voy a estar donde Cristina lo necesite”. No es un dato menor, no son tiempos estos para torcer las palabras. Y como se esperaba, porque el rol del movimiento obrero será clave decisiva, su líder, Hugo Moyano, les recordó a todos, a propios y ajenos, “ella va a ser la jefa”. De mi parte sólo haría una corrección: ella es la jefa.
Así es, compañera presidenta, apenas si soy capaz de comprender su dolor. Sepa que millones de compatriotas estamos con usted. ¡Ah! Por las dudas, porque allí estarán las voces de los mal intencionados, me emocionó y me esperanza ver a su hijo junto a usted. Compañera presidenta, a sus ordenes, que en el Cielo, Néstor, Perón y Evita la acompañan desde la Memoria.

Publicado el 1 de Noviembre de 2010 en TIEMPO ARGENTINO
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Néstor y lo que viene
Por Mempo Giardinelli


Escribo esto en caliente, en la misma mañana de la muerte anunciada de Néstor Kirchner, y ojalá me equivoque. Pero siento dolor y miedo, y necesito expresarlo.

Pienso que estos días van a ser feísimos, con un carnaval de hipocresía en el Congreso, ya van a ver. Los muertos políticos van a estar ahí con sus jetas impertérritas. Los resucitados de gobiernos anteriores. Los lameculos profesionales que ahora se dicen "disidentes". Los frívolos y los garcas que a diario dibujan Rudi y Dany. Todos ellos y ellas. Caras de plástico, de hierro fundido, de caca endurecida. Aplaudidos secretamente por los que ya están emitiendo mailes de alegría feroz.

Los veremos en la tele, los veo ya en este mediodía soleado que aquí en el Chaco, al menos, resplandece como para una mejor causa.

Nunca fui kirchnerista. Nunca vi a Néstor en persona, jamás estuve en un mismo lugar con él. Ni siquiera lo voté en 2003. Y se lo dije la única vez que me llamó por teléfono para pedirme que aceptara ser embajador argentino en Cuba.

Siempre dije y escribí que no me gustaba su estilo medio cachafaz, esa informalidad provocadora que lo caracterizaba. Su manera tan peronista de hacer política juntando agua clara y aceite usado y viscoso.

Pero lo fui respetando a medida que, con un poder que no tenía, tomaba velozmente medidas que la Argentina necesitaba y casi todos veníamos pidiendo a gritos. Y que enumero ahora, porque en el futuro inmediato me parece que tendremos que subrayar estos recuentos para marcar diferencias.

Fue él, o su gobierno, y ahora el de Cristina:

—El que cambió la política pública de Derechos Humanos en la Argentina. Nada menos. Ahora algunos dicen que estar "hartos" del asunto, como otros criticaron siempre que era una política más declarativa que otra cosa. Pero Néstor lo hizo: lo empezó y fue consecuente. Y así se ganó el respeto de millones.

—El que cambió la Corte Suprema de Justicia, y no importa si después la Corte no ha sabido cambiar a la justicia argentina.

—El que abrió los archivos de los servicios secretos y con ello reorientó el juicio por los atentados sufridos por la comunidad judía en los '90.

—El que recuperó el control público del Correo, de Aguas, de Aerolíneas.

—El que impulsó y logró la nulidad de las leyes que impedían conocer la verdad y castigar a los culpables del genocidio.

—El que cambió nuestra política exterior terminando con las claudicantes relaciones carnales y otras payasadas.

—El que dispuso una consecuente y progresista política educativa como no tuvimos por décadas, y el que cambió la infame Ley Federal de Educación menemista por la actual, que es democrática e inclusiva.

—El que empezó a cambiar la política hacia los maestros y los jubilados, que por muchos años fueron los dos sectores salarialmente más atrasados del país.

—El que cambió radicalmente la política de Defensa, de manera que ahora este país empieza a tener unas Fuerzas Armadas diferentes, democráticas y sometidas al poder político por primera vez en su historia.

—El que inició una gestión plural en la Cultura, que ahora abarca todo el país y no sólo la Ciudad de Buenos Aires.

—El que comenzó la primera reforma fiscal en décadas, a la que todavía le falta mucho pero hoy permite recaudaciones récord.

—El que renegoció la deuda externa y terminó con la estúpida dictadura del FMI. Y por primera vez maneja el Banco Central con una política nacional y con record de divisas.

—El que liquidó el infame negocio de las AFJP y recuperó para el Estado la previsión social.

—El que con la nueva Ley de Medios empezó a limitar el poder absoluto de la dictadura periodística privada que todavía distorsiona la cabeza de millones de compatriotas.

—El que impulsó la Ley de matrimonio igualitario y mantiene una política antidiscriminatoria como jamás tuvimos.

—El que viene gestionando un crecimiento económico de los más altos del mundo, con recuperación industrial evidente, estabilidad de casi una década y disminución del desempleo. Y va por más, porque se acerca la nueva legislación de entidades bancarias, que terminará un día de estos con las herencias de Martínez de Hoz y de Cavallo.

Néstor lo hizo. Junto a Cristina, que lo sigue haciendo. Con innumerables errores, desde ya. Con metidas de pata, corruptelas y turbiedades varias y algunas muy irritantes, funcionarios impresentables, cierta belicosidad inútil y lo que se quiera reprocharles, todo eso que a muchos como yo nos dificulta declararnos kirchneristas, o nos lo impide.

Pero sólo los miserables olvidan que la corrupción en la Argentina es connatural desde que la reinventaron los mil veces malditos dictadores y el riojano ídem.

De manera que sin justificarle ni un centavo mal habido a nadie, en esta hora hay que recordarle a la nación toda que nadie, pero nadie, y ningún presidente desde por lo menos Juan Perón entre el 46 y el 55, produjo tantos y tan profundos cambios positivos en y para la vida nacional.

A ver si alguien puede decir lo contrario.

De manera que menudos méritos los de este flaco bizco, desfachatado, contradictorio y de caminar ladeado, como el de los pingüinos.

Sí, escribo esto adolorido y con miedo, en esta jodida mañana de sol, y desolado también, como millones de argentinos, un poco por este hombre que Estela de Carlotto acaba de definir como "indispensable" y otro poco por nosotros, por nuestro amado y pobrecito país.

Y redoblo mi ruego de que Cristina se cuide, y la cuidemos. Se nos viene encima un año tremendo, con las jaurías sedientas y capaces de cualquier cosa por recuperar el miserable poder que tuvieron y perdieron gracias a quienes ellos llamaron despreciativamente "Los K" y nosotros, los argentinos de a pie, los ciudadanos y ciudadanas que no comemos masitas envenenadas por la prensa y la tele del sistema mediático privado, probablemente y en adelante los recordaremos como "Néstor y Cristina, los que cambiaron la Argentina".

Descanse en paz, Néstor Kirchner, con todos sus errores, defectos y miserias si las tuvo, pero sobre todo con sus enormes aciertos. Y aguante Cristina. Que no está sola.

Y los demás, nosotros, a apechugar. ¿O acaso hemos hecho otra cosa en nuestras vidas y en este país?
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Milonga para seguir
Décimas para guitarra escuchadas y recogidas durante estos días en Plaza de Mayo
Por Juan Sasturain

Acá me pongo a cantar
esta milonga en la Plaza.
Me siento como en mi casa
porque sé que es mi lugar.
Nos lo supimos ganar
de las fuentes al balcón.
Fue un auténtico aluvión
de pueblo, todos mezclados,
en patas, descamisados,
reclamando por Perón.

En aquella primavera
–fue en octubre, como ahora–
había llegado la hora
y era la hora primera.
Parecía una quimera
lo que entonces empezaba,
y se me lengua la traba
porque diez años después
se daba todo al revés:
la Plaza se desangraba.

Es simple contar los sueños
pintar la inauguración
de una gesta, la ilusión
desatada y sus empeños.
Y es fácil sentirse dueños
de la desgracia y pensar
cuando nos pegan fulero
que no hay nada que cantar,
que sólo queda colgar
la guitarra en el ropero.

Para llorar siempre es tarde;
temprano, para el festejo.
Con el Viejo o sin el Viejo
esta plaza siempre arde.
Ninguna bomba cobarde
pudo clausurar la Historia.
La derrota o la victoria
son un sencillo avatar:
nos volvemos a juntar
porque tenemos memoria.

No se llena un agujero
con flores o con lamentos.
Bien haigan los sentimientos
por el que se fue primero,
pero nunca el sensiblero
renuncio que hace decir:
No nos queda porvenir,
y acá ya ha pasado tanto...
Si ha de servir este canto
que sirva para seguir.

Esta milonga será
para cantarla entre todos.
Respetando cada modo
de pensar la realidad.
No nos falte caridad:
aciertos y desatinos
hicieron nuestro destino
con réprobos y patriotas.
Nadie rompa las pelotas:
somos todos argentinos.

No olvidemos, sin embargo,
que hoy se juegan muchas cosas.
Desde los tiempos de Rosas
(cada uno se haga cargo)
viene un litigio muy largo
entre el campo popular
y un grupo, listo a acatar
los dictados del Imperio.
Es un asunto muy serio,
cosa de nunca acabar.

Por eso es que a la salida
repito mi moraleja:
siempre es más fácil la queja,
el lamento o la sentida
palabra de despedida
a un sueño y su devenir.
Yo no lo dejo morir
porque alguno lo disponga:
vaya pues esta milonga,
que sirva para seguir.

Extraído de: www.Pagina12.com.ar

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