Durante la segunda semana del juicio por delitos de lesa humanidad sucedidos en la última dictadura militar, se presentaron los primeros testimonios de familiares de las víctimas, como así también de víctimas sobrevivientes y otros testigos que desempeñaron distintas tareas en los centros de detención.
A continuación una síntesis de los principales relatos:
"Un testigo aseguró que vio a Bussi matar a dos personas a garrotazos"
Domingo Jerez contó que el ex represor ordenó que se hicieran desaparecer los cuerpos. También dijo que presenció otros asesinatos cuando era chofer de comandantes.
En su declaración ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF), contó que las ejecuciones se concretaron en un centro de detención ubicado en El Timbó Viejo. Además, aseguró haber presenciado otros asesinatos, secuestros y diferentes operativos que llevaron a cabo las Fuerzas Armadas durante la dictadura militar.Entre 1976 y 1977, Jerez se desempeñó como chofer del Servicio Militar, por lo que se encargaba del traslado de los comandantes a los centros de detenidos que funcionaban en distintos puntos de la provincia.Además, de Bussi, en el juicio que se sustancia en Tucumán, por la desaparición de 22 personas, entre 1976 y 1977, son juzgados los ex represores Luciano Benjamín Menéndez, Albino Mario Zimmermann; Alberto Luis Cattáneo; Roberto Heriberto Albornoz; y los hermanos Luis Armando y Carlos de Cándido.
"Además del sadismo de la muerte, había tortura mental"
La esposa de un desaparecido revivió la noche del secuestro. Contó que Zimmermann le dijo: "quién le dice que su marido no está con otra mina en el Caribe".
Sentada frente a los jueces, Silvia Magdalena Frías se remontó a junio de 1976. Más precisamente, a la noche en que su esposo, el odontólogo Hugo Díaz, fue secuestrado de la casa en la que convivían, cuando ella estaba embarazada de cuatro meses. "Sus últimas palabras fueron "chau flaca" y lo sacaron de mi cama", revivió la mujer, en el marco del megajuicio por la existencia de un centro clandestino de detención en la ex Jefatura de Policía de Tucumán.
Frías recordó también la frustrada búsqueda que emprendió después de esa noche. "Supimos que estaba vivo en la Jefatura y fuimos a la central de Policía, donde nos atendió Mario Alberto Zimmermann. Me dijo: "quién le dice que su marido no está con otra mina en el Caribe". Además del sadismo de la muerte y de la tortura física, había tortura mental", manifestó.
"Un testigo reconoció a un acusado como su torturador"
Cuando Raúl Edgardo Elías vio a Luis Armando de Cándido revivió el momento en que, según dijo, mientras era torturado en la ex Jefatura de Policía, este se sacó la capucha y dejó ver su rostro. Agregó que lo recordaba bien, porque era una de las personas que lo habían secuestrado el 6 de junio de 1976 y porque años después, ya en tiempos democráticos, continuó hostigándolo cada vez que se cruzaban.El momento en que el testigo señaló al imputado marcó el clímax de la jornada de ayer en el juicio por el funcionamiento de un centro clandestino de detención en la ex Jefatura. Su testimonio arrancó a las 13.15 y se extendió hasta las 14.45. Relató que sufrió torturas en reiteradas ocasiones durante su detención, hasta el 9 de octubre de 1976. "Es la persona que me secuestró y me torturó. No tengo miedo a un posible careo. Durante muchos años, fue la única persona que donde me veía me hostigaba y trataba de intimidarme", dijo. De Cándido está imputado por secuestro de personas, tortura seguida de muerte, homicidio calificado y usurpación de propiedad, entre otros. Elías fue citado por la querellante Laura Figueroa. En particular, por el caso de Hugo Alberto Díaz, desaparecido desde junio de 1976. En declaraciones previas a la elevación a juicio, Elías había dicho que, durante su detención, había conversado con Díaz ya que sus celdas eran contiguas. Ayer, aclaró que se trataba de otro Díaz, un santiagueño cuya esposa era de apellido Aguad y no Silvia Frías (la querellante del caso). Figueroa pidió que se lea el testimonio de Elías. Pero este señaló que, tras el texto al que refería la letrada había seguido otro, que aclaraba la confusión.Carlos María Gallardo también declaró que estuvo secuestrado en la ex Jefatura, desde el 27 de diciembre de 1976 hasta el 30 de marzo de 1977 (contó que luego estuvo en Villa Urquiza y en Sierra Chica, hasta el 20 de octubre del 78). frente al Tribunal Oral en lo Criminal Federal.
"Donde queman las manos no se entra"
Durante el juicio por la existencia de un centro clandestino de detención en la ex Jefatura de Policía, el comisario mayor (r), Miguel Angel Chuchuy Linares, confirmó que durante el proceso militar existió una zona reservada en ese edificio, donde sólo ingresaban militares. "Había un cartel de prohibido pasar. Existía una guardia armada militar. Sobre calle Santa Fe, entre Salta y Junín. Donde queman las manos, no se entra, no se pasa, no se ve, no se mira. Por eso no puedo decirle qué hacían", dijo.Relató que estuvo varios años en el Departamento de Informaciones Policiales (D2). Aclaró que nunca hizo inteligencia sobre militantes políticos, sino que su labor entre 1976 y 1977 se centró en agencias de seguridad y en hoteles. "No se hacían listas de dirigentes, sino que se llevaban archivos con publicaciones de diarios, como un legajo personal de los hombres públicos. Nadie concurría a las asambleas, porque no formaba parte de nuestra tarea", detalló. A pedido del querellante Bernardo Lobo Bugeau se leyó un informe del D2 sobre Angel Garmendia, otra víctima que pasó por la ex Jefatura. Pese a la insistencia del testigo de que se trataba de recortes de prensa, el vocal del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Gabriel Casas aclaró que los abundantes datos sobre la participación estudiantil y social de Garmendia no provenían necesariamente de diarios y que no se citaba ninguna fuente. Chuchuy Linares admitió que conoce a su colega Antonio Cerasuolo, y a Jorge Marcelo Portnoy y a Pascual Ariño entre otros familiares del desaparecido Joaquín Ariño. Pero negó haber hablado con ellos sobre este secuestro pese a que se enteró el día que ocurrió por una tía del joven, o que haya estado en la ex Jefatura y haya sido trasladado al ex arsenal Miguel de Azcuénaga.
"Recuerdo el olor a mugre, a miedo y los gritos"
El testigo Juan Martín Martín describió el funcionamiento de centros clandestinos de detención y responsabilizó a militares y a policías
Su declaración se basó en la experiencia directa. En agosto de 1976 fue secuestrado y en setiembre de 1978 pudo salir del país, luego de haber pasado por los CCD de la ex Jefatura de Policía, del ex ingenio Nueva Baviera y del ex arsenal Miguel de Azcuénaga, por la comisaría de Monteros y por la ciudad universitaria de San Javier. "Es difícil saber por qué estoy vivo, deberían preguntarle a los imputados. Creo que en un primer momento pensaban que podían obtener a largo plazo más información; Tucumán estaba arrasado y no tenían apuro ni problemas de capacidad de los CCD para ir matando a los prisioneros. Mientras más tiempo estaba, más posibilidades tenía. Pasaba de ser un pedazo de carne a alguien con quien hablaban todo el día. Me querían aprovechar para una cosa y yo para otra", afirmó. Martín Martín reconoció haber militado en Montoneros, aunque negó haber integrado células de combate. Aclaró que su participación se basó en actividades estudiantiles como dirigente de la Juventud Universitaria Peronista. "Fui denunciado por falso testimonio: los que secuestraron, torturaron, no me mataron y me liberaron, ahora me inician causas", dijo, con tono irónico. Negó terminantemente haberse quebrado: "me sacaban con la idea de que les marque gente en la calle, pero no identifiqué a nadie, nunca me llevaron a ningún secuestro. Recuerdo el olor a mugre, a miedo y la gente gritando. Te daban poco de comer y eran los restos de comida de la penitenciaría", agregó. Listas de desaparecidos "Tuve acceso a listas de desaparecidos. Al lado de cada nombre había un 'DF', que significa Disposición Final, que se los mate. No sé cómo eran ejecutados, pero eran llevados de noche, en un camión carrozado gris plateado que decía Transporte Higiénico de Carnes. Escuché que iban al pozo, pero nadie me dijo que vio ejecuciones o quemas de cuerpos", sostuvo. Explicó que accedió a numerosos datos cuando se levantó el CCD de la ex Jefatura, a fines de 1977, y lo obligaron a acomodar papeles. "Encontré documentos, escritos, registros de interrogatorios y hasta DNI. Desde esa época, tuve un sistema de libertad controlada hasta que me fui del país", dijo. En esa época comenzó a gozar de una libertad vigilada, e iba a su casa a dormir. "Así también estuvieron Carlos Clemente, Nora Montesinos y Nélida González", dijo. El testigo aseguró que entre los que lo secuestraron o torturaron estaban Félix Arturo González Naya, Luis de Cándido y Roberto Heriberto Albornoz, y añadió que entre los otros miembros del Servicio de Informaciones Confidenciales (consideró que el SIC era una rama del Departamento de Informaciones de la Policía, la D2) estaban Hugo Albornoz y oficiales o suboficiales de apellido Fariña, Moreno, Bulacio, Ugarte, Sánchez, Chaile, Marini, Flores, Vilas e Insaurralde. Consideró responsable a Albino Mario Zimmermann de haber ordenado que se deje morir a Ernesto Campos, herido de bala. "A Antonio Bussi lo vi varias veces en distintos CCD. En Nueva Baviera fue especialmente a torturar con picana al 'Bombo Avalos', que lo trajeron de Buenos Aires. Era un ogro, no tenía contacto con los prisioneros más que para golpearlos. En ese lugar estuvo también Alberto Cattáneo", detalló. Además nombró a 55 desaparecidos que vio o escuchó que habían pasado por la ex Jefatura o por Nueva Baviera. Entre ellos, a la mayoría de las 22 víctimas por las que se sustancia este juicio. Responsabilidades "He visto gente en un campo que volví a ver en otro. Había una coordinación para decidir llevarnos e interrogarnos en uno u otro. En Jefatura, todo el grupo operativo era de la Policía, aunque con un supervisor militar. En Nueva Baviera, los secuestros los hacía la Policía pero las torturas, el Ejército. En el arsenal sólo actuaba el Ejército, y la guardia era de Gendarmería Nacional", detalló. El testigo aseguró que el médico Ricardo Galdeano se encargaba de controlar a los prisioneros torturados. "Escuché que le había puesto una inyección a Marta Coronel para que muriera pronto y dejara de sufrir, porque estaba muy mal, con una infección grande por la picana en los pechos, y deliraba", aseveró. Martín Martín detalló la distribución de los distintos ámbitos que ocupaba el CCD de la ex Jefatura. El tribunal confirmó que se realizará una inspección ocular con sobrevivientes en esa zona. "Durante mucho tiempo estuve sin hacer declaraciones, pero luego pensé que si lo que podía decir se perdía porque estúpidamente me atropellaba un colectivo, era una macana grande. Entonces empecé a denunciar lo que viví", se justificó.
Fragmetos de notas extraídas de: www.lagaceta.com.ar